Tanta frustración en la policía puede ser perjudicial para la sociedad civil
Dado el clima de incertidumbre política con el incumplimiento de las promesas de campaña del presidente de la República Ollanta Humala, la creciente inseguridad ciudadana, la dificultad para combatirla, y las infructuosas incursiones en el VRAEM. Puede ser este, un caldo de cultivo para que las fuerzas del orden vean en la población que sale a protestar una oportunidad para desatar su frustración contenida.
Vale precisar que en su lucha contra la delincuencia y el narcoterrorismo, la policía ha tenido un duro revés, primero por la dificultad y hasta impotencia de enfrentar en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) a las remanentes de Sendero Luminoso asociadas al narcotráfico, segundo por la imposibilidad de acabar con la delincuencia y el crimen organizado por la flexibilidad de un Nuevo Código Penal duramente cuestionado.
A esto se añade el hecho que nuestra policía sea de las peor pagadas en Sud América, entonces, tanta frustración la considero socialmente peligrosa, letalmente represiva y oportunamente ultramontana.
Y digo esto porque en este momento la opción autoritaria hace sentir sus pasos cerca, muy cerca de palacio de gobierno. La policía, dada su frustración, pueda verterla con los gentíos desarmados de indios, cholos, docentes, obreros, ambulantes y transeúntes. Y esto, con la posibilidad de arremeter contra los periodistas que no se alinean con el pauteo gubernamental.
Recién, en una manifestación del SUTEP en la catedral de Chiclayo, se pudo observar a la gendarmería arremeter contra docentes y algún “lorna” que se les cruce por el camino, la idea (digo es un decir) es evitar que los docentes en sus marchas manifiesten situaciones incomodas para el gobierno, todo para acallar las voces opositoras o las que simplemente le piden a Ollanta que cumpla lo que prometió, o es su defecto, diga de una vez que el modelo continua y que su inoperancia es difícil de ocultar.
Tengo la convicción que en un país donde los partidos políticos carecen de la organicidad que requieren, donde parecen haber sufrido un ataque de inanición doctrinal, la gente que voto por el comandante, simplemente espera de él, lo que parecía iba hacer; luchar contra la corrupción y arremeter de verdad contra el flagelo de la inseguridad ciudadana. Esta situación debe ser preocupación y motivo de análisis de la actual coyuntura, trabajo que en conjunto deben hacer autoridades políticas y policiales.
Luis AntonioHeredia Gonzáles
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