La legitimidad y pertinencia de la indignación
La indignación sería nuestro recurso ético ante la impotencia de no poder hacer lo que consideramos correcto, las manifestaciones contra el alcalde de Chiclayo así nos lo demuestran, las exclamaciones de un pueblo cansado de postergaciones e imposibilitado ante el accionar delictivo, la insalubridad, la mediocridad e indiferencia, son válidas cuando las instituciones encargadas de administrar justicia no cumplen su labor a cabalidad.
El despertar de los colectivos ciudadanos en Chiclayo lo demuestran, expresando su indignación organizadamente y protestando frente a lo que consideramos la peor gestión municipal de la nuestra reciente historia.
Y es que Beto Torres ha rebasado todo los niveles de la jibarización ética e intelectual, ha llevado su predilección por ciertos placeres a constituir el menú periodístico local, y su adicción por la huachafería a puesto por los suelos lo poco que quedaba de decente en la política local, es el emblema más procaz que la migración -en materia de movilidad social- pudo lograr.
El burgomaestre se ha caracterizado no solo por su incapacidad en el cargo sino por su insaciable gusto por el escándalo, sobre todo si se trata de líos o cuestiones de faldas – muy jóvenes por cierto- pero en esta jungla donde pululan los mercenarios al micrófono y los sicarios al renglón, debe surgir quien nos haga creer y no alucinar que Chiclayo puede cambiar su destino de calcutización, creer que nuestras juventudes no solo están para consumir la telebasura nacional.
El fallo del Tribunal Constitucional que ha contribuido con desalentar a los chiclayanos, nos demuestra que una autoridad se puede imponer y no necesariamente con la voluntad popular, nos da una clara evidencia que los intereses políticos están por encima de la verdad, y este es el mejor de los ejemplos.
Sueño que algún día el pueblo lambayecano tenga memoria, inteligencia, reflexión y autoestima, es mucho pedir acaso, todo depende de nosotros y lo que podamos aprender de este lamentable momento.
Luis AntonioHeredia Gonzáles
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