Celinda Ortiz y el descrédito a la cordura
Irrumpe como un estruendo en cada sesión de Concejo, se ha olvidado de la mesura y ha confundido la discrepancia ideológica con el hábito de ofender y ningunear, la regidora Celinda Ortiz Prieto ha extraviado la cordura y la capacidad de entendimiento, y lo peor de todo, ha totalizado a sus enemigos cada vez que alguien le pide silencio y el cese de sus majaderías.
La doctora Celinda cree que todos los chiclayanos deben escucharle obligatoriamente hasta el estornudo, y a todos sus ciudadanos nos ha puesto en sus costales, en uno donde lleva a cuestas a sus amigos o llámese simpatizantes y el otro donde golpea a sus enemigos.
La regidora no necesita analizar una coyuntura para saber quiénes fungen de sus contrarios, ella elige a sus enemigos a voluntad y a veces al azar.
Pero no solo se trata de escribir sobre la concejala lo que se nos ocurra, luego de escucharla en cada sesión de Concejo, que Celinda ha convertido en poco más que un mercadillo y algo tan parecido a un circo, también, resulta necesario analizar su comportamiento en el hemiciclo.
La regidora se queja constantemente que no la dejan hablar, grita cuando no le dejan monopolizar la conversación, y cuando un ciudadano asistente a una sesión que por ley debe ser de conocimiento público, lo hace callar con un insulto y exige su inmediato desalojo, pide la palabra e interrumpe con sus vociferaciones cuando se le viene en gana.
Le llama regidora en plena sesión de concejo a una alcaldesa con todas las credenciales del JNE, y si la prensa le pide silencio por su insufrible griterío le llama mermelera, no hay duda que las actitudes de la regidora tienen connotaciones psiquiátricas, sobretodo aquel día donde le dijo al alcalde de Reque, cuando este recordaba el ninguneo de hace muchas lunas que sufren los distritos; “usted no tiene nada que hacer acá, simplemente es el alcalde de un distrito, váyase a Reque que es donde le corresponde estar, y no en la alcaldía de una provincia como Chiclayo bien gobernada por Roberto Torres”.
De lo que no se percata mi bien ponderada concejala, es que las risas proferidas por quienes la escuchan no son una señal de aprobación, y las quejas de los ciudadanos no son una muestra de hostilidad sino de hartazgo, señora debe siquiera tomar unas vacaciones, tal vez su trabajo de médico y regidora a la vez la tengan estresada.
Mientras tanto señora Ortiz puede tomar su escoba e irse a Máncora, Chaparrí o al Jurado Nacional de Elecciones, porque en el Concejo no necesita de mas espectáculos bochornosos.
Luis AntonioHeredia Gonzáles
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